Bienvenidos al siglo XXI. La técnica de la adenomectomía abierta fue un gran avance cuando se describió hace más de 100 años, pero apenas se ha modificado en este tiempo.
Si sobre la cirugía endoscópica las ventajas son evidentes, sobre la cirugía abierta el HoLEP es clarísimamente superior en todos los aspectos.
Ausencia de herida en la piel. En primer lugar, el abordaje endouretral evita realizar una incisión en el abdomen. La incisión abdominal causa cicatriz, dolor de la zona durante todo el postoperatorio, sangrado hasta llegar a la próstata y puede cursar con infecciones de herida quirúrgica y un retraso importante de la cicatrización y cierre (semanas). Además, en pacientes con intervenciones abdominales previas o que poseen una obesidad considerable, el no tener que abrir el abdomen evita muchas posibles complicaciones, debido a las adherencias y fibrosis de esas cirugías previas.
Control preciso del sangrado. En segundo lugar, para retirar en cirugía abierta el adenoma de la próstata (“los gajos” de la naranja), hay que cortar la cápsula prostática (“la cáscara” de la naranja) y posteriormente introducir algún instrumento romo (normalmente el dedo del cirujano) que rompa las uniones y permita extraer el tejido en bloque. Lógicamente, estas maniobras causan un sangrado considerable en el paciente, ya que la próstata es uno de los órganos más vascularizados.
Menor tiempo post-operatorio y de sonda. Una vez retirado el tejido se aplican puntos hemostáticos en la capsula y se procede a cerrarla con más puntos. Pero la superficie interna queda sin coagularse y totalmente cruenta. Por eso es necesario colocar un suero lavador que no se podrá retirar en unos días, durante los cuales el paciente sigue perdiendo sangre. Al mismo tiempo también es necesario que la sonda se mantenga más días que en las técnicas endoscópicas, hasta que la cápsula haya cicatrizado, para evitar fugas urinarias.
Mucho menos sangrado y complicaciones. Todo lo anterior hace que las pérdidas de sangre en la cirugía abierta sean normalmente altas, con necesidad incluso de transfusión sanguínea en alrededor del 25% de los pacientes. Ello retrasa mucho la recuperación del paciente y su reincorporación a una vida normal. Si además el paciente tiene problemas de salud importantes, o toma medicación que altera su coagulación, las consecuencias pueden ser mucho peores.
Mismos excelentes resultados a largo plazo. La única ventaja real de la cirugía abierta es que retira todo el tejido prostático y sus beneficios a largo plazo se mantienen durante años. Pero en el HoLEP se retira la misma cantidad de tejido, pues el plano que sigue el dedo y el que sigue el láser es exactamente el mismo.
La nueva técnica de referencia para próstatas grandes. Así pues, el HoLEP tiene todas las ventajas de la cirugía abierta y ninguna de sus debilidades, pues no hay que hacer incisión, y el sangrado es mínimo (tasas de trasfusión sanguínea de alrededor del 0,1%). Estas ventajas son imprescindibles en pacientes con factores de riesgo importantes (problemas de coagulación, enfermedades cardiacas o pulmonares, obesidad importante, cirugías abdominales previas o pacientes muy mayores).
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